miércoles, 15 de mayo de 2013

I TALLER DE PEDAGOGÍA BÍBLICA


FORMULARIO DE INSCRIPCIÓN
PRIMER TALLER DE PEDAGOGÍA BÍBLICA
SEMINARIO MAYOR NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN – RESTREPO

La Escuela Bíblica Católica de Restrepo ofrece el taller de pedagogía Bíblica del 19 al 21 de julio de 2013

DESTINATARIOS: Monitores del curso-taller a distancia, promotores de animación Bíblica, personas que desean acompañar grupos Bíblicos y Escuelas Bíblicas.

OBJETIVO: Preparar monitores y promotores para el acompañamiento, la formación y animación de grupos de Lectura Comunitaria de la Biblia.

TEMA: El Curso intensivo desarrollará la organización y metodología del taller Bíblico del Verbo Divino, resaltando los aspectos pedagógicos y métodos de lectura comunitaria aplicados a la Sagrada Escritura.

COSTO E INSCRIPCIONES: Deben diligenciar el formato que aparase a continuación y hacerlo llegar al Seminario por medio de su animador o por vía e-mail y cancelar $80.000, con este valor incluye: alimentación, hospedaje, material de trabajo y asesorías (Este valor lo pueden cancelar al comenzar el encuentro)

LUGAR DEL ENCUENTRO: Casa de Retiros Juan Pablo II. Vereda Caney Alto – Restrepo Meta
Mayores informes: Seminario Mayor Nuestra Señora del Carmen. Pedro Molina, Cel. 3118612019 ó P. José Crisanto Alfonso, Cel. 3125088452. E-mail. ebicsemayor@gmail.com

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INFORMACIÓN PERSONAL
Nombres: _________________________ Apellidos: ____________________________
Tipo Documento: ____________  No. Documento: _____________________________
Sexo: ____________ Estado Civil: ___________________________________________
Lugar de Nacimiento: ___________________ Fecha de nacimiento: ________________
Teléfono fijo: _______________________ Celular: _____________________________
Dirección Residencia:_____________________________ Ciudad: ________________
Parroquia de procedencia: ________________________________________________
Correo electrónico: _____________________________________________________

domingo, 10 de junio de 2012

EUCARISTÍA Y FRATERNIDAD



P. José Crisanto Alfonso Medina, CM.

Muchos cristianos con frecuencia vamos a Misa, pero no entendemos lo que celebramos, participamos cada domingo de la Eucaristía como quienes queremos huir de las decepciones de la propia vida, incluso algunos van obligados por los padres, pero son pocos los que verdaderamente viven una experiencia de encuentro con el Señor.

Una mirada a la primera carta a los Corintios (11, 17-34) nos podría ayudar a comprender qué es la Eucaristía. El contexto en el que se desarrolla este escrito es en medio de una comunidad que celebraba la Eucaristía en las casas. No sabemos si había uno que presidiera, pero sí que se trataba de una comida fraterna. En el texto, Pablo nos da a entender que esta comunidad había perdido el sentido de solidaridad. ¿Qué estaba pasando? El apóstol explica: “Cuando se reúnen en asamblea, no es para comer la Cena del Señor, porque cada cual comienza comiendo su propia cena, y así resulta que, mientras unos pasan hambre, otros se emborrachan (1Cor 11,20-21).

Para ampliar un poco más el contexto, debemos recordar que el conflicto principal que se da en esta comunidad es entre “fuertes” y “débiles”, es decir, entre los sabios que tienen algún poder y los ignorantes o pobres dominados por las ideologías que aumentaba su complejo de inferioridad. Así entonces, lo que estaba pasando era que los “fuertes” (ricos), llegaban primero a la cena; tal vez porque no tenían que trabajar, ellos llevaban lo que habían preparado en casa, pero no esperaban a los “débiles” (pobres), que llegaban tarde a causa de las largas jornadas de trabajo, para compartir con ellos. Es probable que el grupo de los “fuertes” no quisiera comer de lo que preparaban los “débiles”, pues no era de la misma calidad que lo suyo y pensarían que les podría caer mal, o simplemente no querían compartir, y por ello comían lo que ellos mismo habían preparado.

De este modo celebrar la Eucaristía no era comer la Cena del Señor, pues en lugar de poner en común todo lo que tenía y eliminar todas las desigualdades sociales, las aprobaban y fortalecían. Esa era la causa para que Pablo dijera: “Por eso hay entre ustedes muchos enfermos y débiles, y son bastantes los que mueren por esta razón” (11, 30). Por ello mismo la orden: “Cuando se reúnan para comer la Cena del Señor, espérense unos a otros” (11, 33).
Celebrar la Eucaristía sin solidaridad y sin fraternidad es comer la propia condenación (Cf. V. 29), es transformar la Cena del Señor en una especie de idolatría. La comunidad de los Corintios había perdido el verdadero sentido de la Eucaristía, permitiendo los privilegios y las discriminaciones. Nosotros como cristianos católicos ¿cómo estamos celebrando la Cena del Señor? Si nuestro país se considera católico ¿por qué existen desigualdades sociales? Si somos la mayoría los que comemos la Cena del Señor ¿Por qué unos enferman y otros mueren de hambre?

miércoles, 30 de mayo de 2012

EL PROYECTO DE DIOS REVELADO EN EL MISTERIO DE LA TRINIDAD

Cada vez que vamos a hacer oración, cada vez que iniciamos un acto litúrgico, cada vez que damos una bendición lo hace invocando la Trinidad: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Pero no se alcanzan ustedes a imaginar el enredo que se nos forma cuando tratamos de explicar que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas distintas y un Dios verdadero es el misterio que no logramos entender.  La mejor definición de este misterio la hizo San Agustín: “Aquí tenemos tres cosas: el Amante, el Amado y el Amor"; un Padre Amante, un Hijo Amado y el vínculo que mantiene unidos a los dos, el Espíritu Amor.

José Arregi también tiene una definición de la Trinidad que a  mi parecer nos ayuda a comprender el misterio, él dice: “Trinidad: el Dios vivo del amor. El Dios crucificado de la compasión, el Dios liberador de la vida, Dios en femenino, el Dios que rompe las cadenas, la compañía del Dios de la fiesta. Presencia cálida. Corazón amante. Palabra reveladora. Bondad transformadora. Espíritu creador en un mundo en evolución”.

Comprender el misterio del Amado, del Amante y del Amor es entender el proyecto de Dios. El Amado es el Dios vivo, el Amante es el Dios que se dona, el Dios que quiere a sus hijos libres, el Dios que viene para que tengamos vida y la tengamos en abundancia (Jn 10,10), el Dios que rompe las cadenas, el Dios que camina con el desprotegido, el Dios que oye el clamor de sus hijos, el Dios que ve la opresión de su pueblo y se compadece por su misericordia. El Espíritu amor es el vínculo que mantiene este dinamismo.

Trinidad es reconocer que el Padre es el que crea, que el Hijo es el que se une a todo lo creado y que el  Espíritu es el que dignifica TODO. Trinidad es el Dios Misericordioso que espera al hijo extraviado, el Dios Manso que carga el yugo pesado y que consuela a sus seguidores. Trinidad es el Dios Sembrador que esparce la simiente, el Grano que muere sepultado y el Aliento de Vida que todo lo renueva. TRINIDAD es el misterio de un Dios que es COMUNIDAD, PARTICIPACIÓN e INTERRELACIÓN.

En esta perspectiva, entender la trinidad no es una cuestión abstracta, sino una manera de vivir, no es una cuestión de razones, sino de una manera de relacionarme con los otros. ¿Quién entiende el misterio de la Trinidad? quien ofrece amistad, quien da ternura, quien construye humanidad, quien cultiva el perdón, quien promueve solidaridad, quien lucha por la justicia, quien acompaña en procesos de liberación, quien no vive en el egoísmo, quien se gasta por los demás, quien es capaz de dar vida y dar amor.

¿Cuál es nuestra misión? ¿Qué implicaciones trae para nosotros este misterio de la Trinidad? El evangelio de hoy nos dice: “Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19). Ser cristiano a la luz de este misterio es emprender la tarea de formar comunidades que comprendan que Dios es Participación, comunión e interrelación. Así que todos los que hemos sido bautizados con el misterio de la Trinidad estamos llamados a vivir construyendo comunidad, a luchar por la justicia y a acompañar procesos de liberación.

Hermanos y hermanas, hagamos posible otro mundo, vivamos y creamos en este misterio de la Trinidad, convirtámonos a la Luz del Amado, del Amante y del Amor en  signos de contradicción y edificadores de las condiciones que realmente transforman la realidad desde las raíces. Cumplamos el mandato que Jesús nos da hoy en sus Evangelio: “vayan por todo el mundo y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos” (Mt 28, 19).

P. José Crisanto Alfonso Medina, CM

sábado, 12 de mayo de 2012

LA MUJER EN LA BIBLIA: DE LA OPRESIÓN A LA LIBERACIÓN



P. José Crisanto Alfonso Medina, CM.

La mujer en la Biblia es con frecuencia presentada como una oprimida. No sólo porque la Biblia es la historia de un pueblo repetidamente marginado y oprimido, sino porque dentro de ese pueblo la mujer vivió una situación de inferioridad radical.Es claro que muchas veces -más de las que quisiéramos- en la Biblia aparecen situaciones de inferioridad de la mujer, de la que necesariamente se sigue su opresión. Pero en el interior mismo de esa desigualdad surge el deseo, la exigencia y el camino de la liberación. Es necesario adentrarnos a fondo en el proceso general de opresión-liberación en el pueblo hebreo y en la primitiva comunidad cristiana para comprender el camino bíblico hacia la liberación de la mujer. El evangelio de Juan, se preocupa principalmente de presentarnos a Jesús como portador de vida (de vida en abundancia): “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Juan 10,10).No es posible entonces pensar que la mujer: oprimida y en situación de inferioridad, quede excluída de esta oferta.

1. La mujer en el Antiguo Testamento

En el mundo hebreo, y generalmente en todo el Oriente Medio, la mujer ocupaba una situación completamente subordinada. Las mujeres estaban excluídas prácticamente de la vida religiosa, algo tan importante para los hebreos. Ni siquiera estaban obligadas a observar todos los mandamientos, pues estaban relegadas en la trilogía mujeres-esclavos-niños, que les dispensaba de determinadas oraciones importantes. No podían estudiar la Escritura. Enseñar a sus hijas la Toráh era una pérdida de tiempo. Se pensaba entonces que las mujeres eran incapaces de recibir una instrucción religiosa.

En el templo las mujeres no podían colocarse en el mismo sitio que los hombres. Su patio se encontraba cinco escalones debajo del de los hombres; otro tanto sucedía en las sinagogas. Las mujeres estaban separadas por completo, a menudo relegadas a los últimos lugares. Su presencia no contaba, mientras que la de diez hombres bastaba para la celebración del culto. Los hombres, incluso los menores de edad, podían leer la ley y los profetas. Las mujeres no gozaban de semejantes prerrogativas.

Un rabino no podía dirigir en público la palabra a una mujer. Se decía en el Talmud que era preciso cada día dar gracias a Dios por tres cosas: "Te doy gracias por no haberme hecho pagano, por no haberme hecho mujer y por no haberme hecho ignorante". “Esta exclusión de la mujer se concretaba en prohibiciones numerosas. No podía hablar en la sinagoga, testificar en un proceso (salvo en contadísimos casos), ni participar en los banquetes cuando había invitados[1].

En la sociedad patriarcal la mujer dependía, para su subsistencia y también para definir su identidad, de un hombre. Por eso cuando quedaba viuda, la mujer era encomendada a su hijo. Es fácil entender entonces el que cuando una mujer no cuenta con un varón que se encargue de ella, esta se encuentra en total desamparo, si no es rica como en el caso de Judit. De ahí la exigencia radical de la ley mosaica de atender a las viudas y los huérfanos. Cuando los profetas insisten en “no defraudar el derecho de las viudas”, nos están mostrando el hecho de que una mujer, sin la sombra de un hombre, va a ser fácilmente sometida a la vejación: “no tiene quién saque la cara por ella” (1 Re, 17, 8-24).

También hay que entender a la mujer como madre, pues frente a un pueblo con expectativas de vida bajas: amenazados por las guerras, hambres, peste; pueblos en los que la mano de obra es indispensable y el recurso humano es escaso, se necesita pues que las mujeres tengan el máximo de hijos posibles.Como es normal en esta situación, la bendición de Dios se traduce en la posibilidad de mucha descendencia. Además los hijos son los que le dan a la mujer poder y en algunos casos una mejor ubicación social, es decir, la mujer israelita adquiere status en su descendencia y por ello la infertilidad es maldición de Dios. Desde esta misma perspectiva se debe entender la alegría de algunas mujeres estériles que acceden a la “bendición de la maternidad”, por medio de una intervención divina (1 Sa 1, 1-2,10).

Es indudable que la historia de la mujer en el Antiguo Testamento está marcada por una situación de opresión, pues son contados (pero muy significativos) los casos, en los que a lo largo de la Antigua Alianza, mujeres como Débora y Ester, a pesar de todas las condiciones de desigualdad, asuman un rol público de compromiso con el pueblo y con la historia, generando liberación y vida para ellas y para la colectividad. (Est 4,14-16)

2. Las mujeres en el Nuevo Testamento

En la época de Jesús, se podría decir que la situación de la mujer no había cambiado mucho, pues aún ellas no contaban para nada; debían incluso evitar en público la compañía masculina. "Las mujeres vivían en lo posible retiradas de la vida pública; en el templo sólo tenían acceso hasta el patio de las mujeres y respecto a la obligación de la plegaria estaban equiparadas a los esclavos. Los evangelios, sin embargo, cualquiera que sea la historicidad de los detalles biográficos, no tienen reparos en hablar de la relación de Jesús con determinadas mujeres. Lo cual quiere decir que Jesús se había liberado de la costumbre que imponía la separación de la mujer. Jesús, en efecto, no muestra ningún desprecio por las mujeres, sino que las trata con sorprendente naturalidad: unas mujeres lo acompañan a él y a sus discípulos desde Galilea a Jerusalén (Mc 15, 40); él mismo siente un afecto personal hacia algunas mujeres (Lc 10, 38-42; Jn 11); unas mujeres asisten también a su muerte y sepultura (Mc 15,40)”[2]

Es también corriente, en los últimos años, reconocer que la comunidad de Juan fue una comunidad en la que jugaron especial papel las mujeres. El texto del Evangelio de Juan nos da testimonio de una actitud radical de Jesús en favor de la igualdad y la participación de la mujer (Juan 8, 2-11); en este pasaje con la orden “El que no tenga pecado que le tire la primera piedra”. (8,7b), Jesús desmonta toda la tradición y la ley judía sobre el adulterio, tradición y ley discriminatorias para la mujer. Con esa misma frase condena a los hombres por su doble moral en asuntos sexuales, doble moral que atraviesa los siglos en nuestra civilización y que llega hasta hoy. Y con esa misma frase invita a la mujer a vivir diferente, a caminar en otras relaciones: nuevas, liberadas.

En el evangelio de San Juan, hay dos mujeres-paradigma, igualmente significativas para ver en ellas la evolución de liberación que adquiere la mujer a partir de Jesús; se trata de la Samaritana y María de Magdala. Por motivos de espacio, centramos la mirada sólo en la primera (Jn 4, 4-42).

Resaltemos dos detalles: primero, Jesús al iniciar el diálogo con esta mujer de Samaria, rompe sin más al menos dos tabúes vigentes en su pueblo; los rompe a su manera, de una forma sencilla, sin estridencias pero sin vacilaciones. Esta ruptura es fruto claro de una actitud interior que ha madurado en la reflexión y en la opción: Dirige la palabra a una mujer en público y charla amigablemente con ella a los ojos de todos, sin que medie para ello ninguna necesidad imperante; se trata de un diálogo prolongado y distensionado. No olvidemos que la prohibición de hablar a una mujer en público era tajante, mucho más tratándose de un maestro y Jesús lo era. La llegada de la mujer a sacar agua del pozo se convierte para Jesús en una llamada, una interpelación, y a su vez, la actitud de Jesús se va a convertir en una llamada al pueblo judío para la conversión, para el encuentro.

El segundo detalle importante está en el encuentro mismo entre Jesús y la mujer; no es un encuentro en el que lo que se “resuelva”, sea una enfermedad, una curación, un perdón, una necesidad cualquiera expresada por la mujer. Se trata por el contrario de un diálogo teológico. Rompiendo con aquello de que con las mujeres no se habla en la calle, con las mujeres no se discute la Escritura, no se discute la Torah, porque ellas son ignorantes. Pues bien, a esta mujer, “excluída”, rechazada por la ley y por el templo, Jesús la HACE digna de un diálogo teológico, de una revelación directa.

La mujer no asume pasivamente un rol “sosegada”, de esperar a que le sea dada la revelación, la mujer confronta, pregunta, discute. El texto nos presenta el diálogo entre dos tradiciones, la una representada en un hombre, la otra en una mujer; ambas tradiciones conscientes de sí, ambas tradiciones racionalizadas, ambas tradiciones en capacidad de confrontación. No se trata tampoco de una “dádiva generosa” de Jesús; la mujer con la que Él se encuentra es una mujer que es capaz de reflexión, de interrogación (la interrogación es la primera condición indispensable para el conocimiento).

Finalmente la mujer se convierte en apóstol y da a otros testimonio de Jesús. La samaritana en el diálogo, en la confrontación, en el encuentro personal con Jesús lo descubre como profeta, como Mesías, como Liberador y así lo transmite a sus coterráneos. Ese el punto para ver a la mujer liberada, en igualdad de condiciones al hombre. Con esa nueva dignidad, las mujeres son manos que se suman a la tarea evangelizadora. Por ello termino con lo que dice la teóloga María Dolores:

“Todas las manos son pocas para arrancar hostilidades e injusticias, para echar fuera las alimañas devastadoras de ambiciones, prepotencias y dominios, para recoger con cuidado y agradecimiento los frutos que sembraron las generaciones anteriores, para plantar cepas nuevas que no den ya agrazones de discriminaciones y opresión, sino racimos apretados que podamos comer todos, los del Norte y los del Sur, los del Este y los del Oeste, las distintas razas, las mujeres y los hombres[3]


[1]Cf. Monique Dumais: LAS MUJERES EN LA BIBLIA. Ediciones Paulinas
[2]Hans Küng:SER CRISTIANO
[3]María Dolores Alexaindre: MUJERES EN LA HORA UNDÉCIMA, Cuadernos Fe y Secularidad.

lunes, 13 de febrero de 2012

TEOLOGÍA HECHA POR LOS POBRES, HUMILDES Y SENCILLOS


La gente sencilla, sin títulos y teorías sobre la interpretación de la Sagrada Escritura nos evangelizan con su testimonio de vida y con la hermenéutica que ellos mismo hacen de la Biblia. Hace unos meses, Dios me permitió compartir con la comunidad de la parroquia de San Vicente de Paúl en la zona del Caribona - Sur de Bolivar. Esta comunidad, como muchas otras de nuestro país, sufren por las inclemencias del tiempo y por la barbarie de las personas. Es una comunidad donde el acceso no es fácil, su único medio de comunicación es el río, que por cierto, cuando el invierno es infernal, los inunda, o cuando el verano es muy largo, el río se seca y no hay modos de tener acceso fácil a los víveres de primera necesidad.

A partir de una experiencia que realicé con esta comunidad de lectura de la Palabra de Dios, donde les hacía ver la desolación, el miedo y los sufrimientos por los que habían pasado el pueblo de Israel cuando fueron exiliados por el rey Nabuconodosor, y a la vez la compañía de Dios en este camino, ellos comenzaron a relatarme su historia identificándose con el pueblo de Israel.

“Nosotros somos ese pueblo de Israel, pues hace unos años vivimos lo mismo que vivió aquel pueblo, nosotros también hemos tenido reyes como los de Babilonia, han sido los grupos armados ilegales, hemos tenido la experiencia del dolor cuando estos grupos han entrado a nuestro pueblo y nos ha reunido en el parque y frente a nosotros nos han matado a nuestros hijos, a nuestros padres y hermanos, hemos vivido la desolación cuando alguno de esos grupos vinieron y quemaron nuestras casas, hemos vivido el miedo cuando escuchábamos un ruido de una chalupa que se acercaba porque creíamos que venían a quitarnos la vida. Algunos de nosotros fuimos secuestrados por alguno de estos grupos, otros (los que tenían algunos medios) decidieron huir para tratar de salvar la vida en otro lugar, pero los que no teníamos nada, los más pobres, nos tocó quedarnos aquí”.

Yo guardaba silencio y ellos seguían relatando su historia y haciendo teología desde la vida. “Nosotros no teníamos nadie que nos guiara espiritualmente, alguien que nos consolara, pues no había sacerdote en toda la región. Cuando podíamos íbamos a al templo y le pedíamos a Dios que escuchara nuestro clamor y viera nuestro sufrimiento.

Para tratar de salvarnos nos escondimos en una pequeña isla, pero el alimento se nos acabó, solo teníamos sal, pero Dios se acordó de nosotros, él no nos abandonó. El río, que a veces nos inunda, se puso más cristalino que de costumbre, luego vino una gran cantidad de peces de todos los colores y tamaños que alegraron nuestra vida, no solo porque esto era un espectáculo, sino porque era el maná que Dios nos daba”.

Jamás había escuchado una definición tan concreta y tan diciente del Maná y no salió de un experto en biblia, sino de unos campesinos que no tienen teorías para interpretar la biblia, pero si una experiencia de fe.

Hoy solo me queda agradecer a Dios por haberme permitido tener esta experiencia de fe e implorar a cada uno de ustedes que elevemos una oración por esta comunidad, y por muchas más que como esta, viven experiencias similares, para que su fe no se apague y sus plegarias sean escuchadas por el Dios liberador y misericordioso.
P. José Crisanto Alfonso, CM.

martes, 10 de enero de 2012


Un excelente video para comprender a Pablo y las luchas de las primeras comunidades Cristianas



miércoles, 2 de noviembre de 2011


ANOTACIONES PARA LA INICIACIÓN DE UN CURSO
DE SAGRADA ESCRITURA



PARA UNA ELABORACIÓN DE OBJETIVOS Y DE ENTRADA INICIAL

1. Comentarios iniciales de expectativas frente a la Sagrada Escritura. Además, de las experiencias de contacto con la Palabra Escrita de Dios.

2. Cuestionario para trabajar individualmente (una ficha por cada pregunta)[1]:

1.    ¿ En qué momentos toma en sus manos la Biblia y la Lee ?.
2.    ¿ Cuáles son los textos que más lee y por qué ?.
3.    ¿ Qué espera de una persona que lee la Biblia ?.
4.    ¿ En qué momentos ha percibido que Dios ha hablado con usted ?.
5.    ¿ Qué le gustaría saber de la Biblia ?.
6.    ¿ Para qué lee usted la Biblia, qué busca en ella ?.
7.    ¿ Qué le ha parecido lo más difícil del contacto con la Biblia ?.
8.    ¿ Cuál es el método que usted sigue al leer la Biblia ?.
9.    ¿ Qué es para usted: Palabra de Dios ?.
10. ¿ Tiene algún texto que ilumine u oriente su vida?, ¿Cuál?
11. ¿ Cuáles son los textos que menos lee y por qué?.
12. ¿ Qué le ha parecido lo más hermoso y fácil del contacto con la Biblia?.
13. ¿ Para usted, cuáles son los contenidos e intencionalidades presentes en la Biblia ?
14.  Formule algún interés o inquietud que le ha surgido al realizar este ejercicio, también puede hacer un comentario o sugerencia.

3. Trabajo por grupos:

- Sentido de la Palabra de Dios (1, 4, 6, 9,13)
- Metodología para la lectura bíblica (3, 7, 8, 11)
- Intereses e inquietudes (2, 5, 10, 12,14)

Elaborado por: César Augusto Baratto Abello


[1] Sugiero que se trabaje en hojas de papel reciclado… y es importante que sea en pequeñas hojas las respuestas de cada una de las preguntas, dado el trabajo que se realiza a continuación.